Siempre he disfrutado del sonido de esos autos que pasan rápidamente por la calle con sus rugidos de potentes motores en V. Son una obra musical de la ingeniería, que también se expresa en el diseño. Esto lo digo porque el otro día vi pasar un Ferrari y a pesar que ya he visto varios en mi vida, no dejan de asombrarme cada vez que veo pasar uno. He visto en programas de TV en donde muestran el proceso de fabricación de uno de estos “súper autos” y lo que más me sorprende es el nivel de complejidad y perfección que pueden llegar a tener estas máquinas.
El amanecer
En 1886 Karl Benz registró una patente de un vehículo que funcionaba con un motor a gasolina, al cual llamo el “Benz Patent Motorwagen”. Por pura coincidencia Gottlieb Daimler y Wilhelm Maybach completaron un carruaje a motor en el mismo año en que Benz registró su patente. Y fue la creación de estos dos vehículos la que dio comienzo la historia del motor impulsado a gasolina.
Por lo cual llegados los años treinta la población exigía autos fabricados en masa, como el modelo T. Así, en Italia se presentó el Fiat 500, mientras que en Alemania, Ferdinand Porsche creo un prototipo para el proyecto Volkswagen. Esta ola de demanda de autos también llego a Japón. Inspirado por los acontecimientos que se habían producido en Europa y Estados Unidos, el gobierno japonés apoyo la fundación de una serie de fabricantes de automóviles, incluyendo las compañías que hoy se conocen como Nissan y Toyota, lo que resulto en el comienzo de la producción de autos completamente locales.Paralelamente en aquella época, en Europa empezaron a celebrarse competiciones automovilísticas. Fueron estos primeros eventos deportivos los que precipitaron una rápida evolución de la tecnología automovilística. En estas competiciones participaron fabricantes como Alfa Romeo, Bugatti y Bentley.
Resucitando de entre las cenizas de la guerra
Cuando en 1945 la Segunda Guerra Mundial llego a su fin, los Estados Unidos y las naciones europeas que habían salido vencedoras iniciaron un periodo extraordinariamente innovador en el diseño automovilístico. Al mismo tiempo los autos empezaron a ser vistos como un objeto de consumo. La era del consumo masivo acababa de iniciarse en los Estados Unidos, lo que sirvió para acelerar esta tendencia en el sector del automóvil. En la época se adoptó con entusiasmo el enfoque de que los coches “cuanto más grandes mejor”, y se usaron aletas que imitaban las colas de los aviones, buscando una apariencia más futurista.
En una Europa hastiada por la guerra, los autos de lujos que habían recorrido sus carreteras antes del estallido de las hostilidades, habían desparecido completamente. En su lugar aparecieron autos más pequeños y prácticos.
El renacimiento de la industria automovilística alemana se vio simbolizado por la creación de un nuevo fabricante en 1947. Porsche fue fundada por Ferdinand Porsche, un brillante ingeniero y su hijo Ferry. Ferry Porsche creo el 356 basándose en el diseño del Volkswagen Type 1. El 356 se convertiría en la referencia entre los deportivos europeos compactos.
El renacer del automovilismo dio el impulso necesario para fabricantes como Ferrari, Alfa Romeo y Jaguar, que desarrollaron muchos modelos nuevos, y los corredores en carreteras públicas disfrutaron de una gran popularidad en esta época.
El rápido desarrollo de los autos japoneses
Tan solo una década después del final de la Segunda Guerra Mundial, la industria automovilística europea había recuperado su antiguo vigor y fortaleza. Este renacimiento se vio simbolizado por la llegada ante la atención pública de lo que más adelante se conocería como “súper autos”. El modelo con el que debuto Lamborghini, el 350GT, fue presentado en 1964 y pronto se vería relevado por el Miura el Countach. Al mismo tiempo, Ferrari competía ferozmente contra sus rivales gracias al 365GTB/4 Daytona, el BB512 y el Testarossa.
En aquellos años el Reino Unido asistía a la fabricación de deportivos elegantes y refinados. Así, el Jaguar E-Type hizo su aparición en 1861, al tiempo que lo hicieron el Aston Martin DB4 y el Lotus Europa. En esta época, tanto los deportivos como los súper autos rayaban la perfección.
Fue en ese mismo periodo cuando los fabricantes japoneses comenzaron a crear autos específicamente diseñados para satisfacer la necesidad del pueblo japonés. Toyota no buscaba fabricar autos para exportarlos a mercados extranjeros, sino para el mercado nipón. En 1955 produjo la primera generación del Crown. Fue precisamente en aquella época cuando el Ministerio de Comercio Internacional e Industria japonés (el MITI), lanzo su plan para desarrollar un “auto para el pueblo”. Aunque nunca se convirtió en una política oficial, el Subaru 360, que hizo su debut en 1958, se aproximaba mucho a lo que se buscaba desde el MITI, e inmediatamente se hizo increíblemente popular. Poco después, en los años sesenta, Honda, que hasta entonces solo había fabricado motocicletas, presento al público su serie deportivos, compuesta por el S500, S600 y S800. Al mismo tiempo, Nissan comercializo el primer deportivo japonés de producción en masa: el Datsun Fairlady. Más tarde, Toyota produciría el 2000GT. Japón ya tenía sobrada confirmación de que, en el campo de los deportivos, su tecnología estaba a la altura de los líderes mundiales del sector.
De ahí en adelante la historia automotriz toma un rumbo sin precedentes, que se refleja en lo que es hoy la tecnología, calidad, seguridad y velocidad que podemos encontrar en un auto.
El futuro automotriz está tomando un rumbo a través de combustibles alternativos como la electricidad y el hidrógeno, esto debido a que el apreciado petróleo está siendo cada vez más escaso. Por lo cual no es de sorprendernos que en unos años más dejemos de oír ese especial rugir de un motor a gasolina, para pasar a oír simplemente el roce del viento en la carrocería.
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